domingo, 6 de julio de 2014

El regreso de Taito




Como cada noche de verano, el motel Calagua estaba a rebosar aquel día. La gente se divertía viendo combates pokémon en televisión y comentándolos, haciendo apuestas, riendo… Mientras sonaba de fondo una musiquilla ambiental muy animada y veraniega.  Entre todo el jaleo, un discreto joven llamó la atención del barman de la barra, no iba vestido con ropas de fiesta ni iba arreglado como los demás, de hecho sus ropas estaban algo viejas y se le notaba cansado, sin muchas ganas de disfrutar del buen ambiente. 

-Hola amigo, ¿Le pongo algo?-Preguntó sonriendo el barman, un hombre de unos 40 años bastante bonachón.

-Si, por favor.- Respondió éste.-Una limonada.

-Vaya, vaya…-Murmuró el barman repasándole con la mirada como si de un bicho raro se tratara. Estaba acostumbrado a que los jóvenes pidieran otro tipo de bebidas.-Tú no eres de por aquí, ¿Verdad? ¿Has llegado hace poco?-Preguntó mientras cogía un vaso para servir al joven.

-Sí, hace unas horas. Acabo de reservar habitación para pasar la noche aquí.-De pronto comenzó a armarse más jaleo del normal, la gente comenzó a aplaudir y a bocear. En la televisión apareció el campeón de la liga de Hoenn, Máximo. 

-¡Es tan guapo!-Suspiraba una.

-¡Y tan elegante! ¡Y tan fuerte!-Añadía otra.

El joven frunció el ceño dejándose llevar por lo que escuchaba tras de sí y terminando por fijarse también en la televisión.

-Ah, ya estamos.-Suspiró el barman poniendo frente al joven el vaso de limonada.-Siendo Máximo es fácil llevarse de calle a las chicas, quién pudiera, ¿No crees?

-¿Quién es?

El barman abrió los ojos de par en par.-Vaya, chico, pues si que andas perdido. Es el mismísimo campeón de la liga.

-¿Máximo? No pensaba que era tan…-El chico titubeó.-¿…Joven?

El barman dejó escapar una risa desenfadada.-Pues para que veas, es un entrenador prodigio de esos, es el campeón desde que tenía sólo 18 años. Y cada vez es más fuerte.

El joven se fijó bien en él al tiempo que tomaba un sorbo de limonada. Realmente se desenvolvía en combate con mucha elegancia, sin perder nunca la serenidad pero al mismo tiempo con fuerza y garra, parecía muy profesional y seguro de sí mismo.-Debe de ser muy difícil ganar vuestra liga.-Admitió visto lo visto.

-Ya lo creo.-Confirmó de inmediato.-Y las cosas se han puesto aún más difíciles para los aspirantes desde que en el alto mando está esa chica nueva sustituyendo a Dracón. El pobre estaba ya algo viejo, se notaba que no le ponía el entusiasmo de años atrás. Ah, juventud, divino tesoro…-Murmuró como si vislumbrara en el horizonte aquellos años.
 
Al oír esas palabras el joven reaccionó de inmediato.- ¿Qué chica nueva?

-La nieta de Dracón. No recuerdo bien su nombre, pero una vez escuché en la tele que también era muy jovencita.-Acto seguido suspiró apoyándose sobre la barra.-…Creo que trabajo demasiado, yo también ando más perdido de lo que pensaba, mira que no recordar el nombre de esta chica con lo que se habla de ella últimamente.-Añadió.

El joven permaneció en silencio unos instantes sin mirar un punto fijo.-¿…Yilice?

-Ostras, si.-Contestó chiscando los dedos. -Yilice se llamaba.-Luego sonrió.-Mira con el despistado, parece que a algunos les has tenido el ojo más echado que a otros, eh.

El chico sintió que la conversación iba a ir a más y no tenía tiempo para charlar. Esbozó una sonrisa nerviosa. -Lo siento.-Comenzó a decir tras dar un largo sorbo hasta terminar su limonada.-Mañana tengo que irme temprano, es mejor que me vaya subiendo a la habitación.

-¿Ya te vas? –Preguntó como desilusionado el barman.  Al parecer la ingenuidad de Taito en medio de aquel ambiente de fiesta le había hecho caerle bien.

-Sí, gracias por la limonada.-Contestó mientras sacaba un par de monedas.

-Tranquilo, invita la casa.

Taito frunció el ceño.-Pero…

-Veeete.-Canturreó.-Antes de que cambie de opinión.-Concluyó con una sonrisa.

Taito sonrió e inclinó un poco la cabeza a modo de despedida.-Muchas gracias, ¡adiós!



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Yilice suspiró dejándose caer sobre el césped. Caía lentamente la tarde y el cielo estaba teñido de rojo en Colosalia. El Alto Mando había terminado la jornada de la semana y dedicaba un rato a descansar cerca de las famosas cataratas de la ciudad.

-Yilice, ¿Qué tal llevas lo de buscar piso?¿Ya te has decidido?-Preguntó Nívea, la bella líder de tipo hielo y de carácter tranquilo y apacible, con cierto aire de realeza.

Yilice suspiró.-Bueno, es que es difícil… Toda la región es preciosa. He estado centrándome en Calagua, está cerca del trabajo y es una ciudad muy cuidada y tranquila. Además hay muchos lugares de ocio.

-Deberías quedarte aquí, como nosotros…-Insistió Fátima, líder de tipo fantasma, todo lo contrario a Nívea, enérgica, alegre e incapaz de disimular nunca sus ganas de arrasar en combate al adversario.-No entiendo qué problema tenéis Máximo y tú con vivir en Colosalia, es lo más apropiado para los que tenemos este cargo.-Refunfuñó.

Yilice frunció el ceño no muy convencida y sonrió.-Ya, pero… No sé. Esta isla está muy apartada del resto de la región… Y siento como si nunca saliera realmente de la liga.

-Normal. Hablando a las claras, esta es una ciudad muy agobiante.-Añadió Sixto, líder de tipo siniestro, algo presumido y siempre intentando hacerse el galán con las mujeres, bajista en un grupo de rock en sus tiempos libres.-Es todo como un gran parque temático dedicado a la liga, souvenirs, museos, campos de entrenamiento, centros pokémon a cada esquina, hoteles… Como si aquí solo pudieran residir entrenadores que vienen a por el título para luego largarse a otro sitio.
 
-No sabía que tú también pensabas así, Sixto.-Se sorprendió Fátima.

Sixto ladeó la cabeza y suspiró.-Ah… Hay muchas cosas que no sabes de mí, querida Fátima…

Fátima y Yilice se miraron de reojo y negaron rendidas con la cabeza,-En cualquier caso.-Prosiguió  Yilice sonriendo.-No tengo prisa por marcharme.-Admitió.-No os preocupéis, cuando haya encontrado casa seréis los primeros en saberlo.

Nívea rió por lo bajo.-La experiencia me dice que estás esperando a algo en concreto para irte, como si aún no estuvieras decidida a asentarte en un sitio, ¿me equivoco?

Yilice se sobresaltó.-¿Eh?

-Digo que consciente o inconscientemente estás esperando a algo… O a alguien que te ayude a decidir lo que quieres hacer, ¿O no es así?

-Para nada.-Rió Yilice tras unos instantes de reflexión.-Es sólo que me da miedo dar un paso en falso…

-Yilice, eres demasiado insegura. No pienses tanto en lo que podrá pasar, ¡sólo vive el momento!-Le reprochó Fátima estirando los brazos alegremente.

-Lo Extraño es que cuando combates tomes una posición totalmente distinta.-Añadió una quinta voz tras de ellos, la del campeón de la liga Máximo que acababa de llegar hasta ellos.-Cuando combates no te lo piensas nunca dos veces antes de lanzarte a lo loco.

Yilice al escucharle  se giró de inmediato.-¡…Máximo!-Se ruborizó.-¡N-no es siempre así!-Se quejó.-Ahora pienso mucho más antes de atacar, tenías que haberme visto de niña…-Murmuró mientras recordaba con algo de vergüenza aquellos años.

Máximo se sonrió.-Me habría gustado verlo, si.-Respondió mientras se sentaba a su lado, mirándola sugerentemente.

Yilice agachó la cabeza todavía un poco ruborizada y suspiró mirando el agua de las cataratas caer.-No, créeme que no…-Podía notar como Máximo aún la miraba sonriendo dulcemente y eso la hacía sentir extrañamente nerviosa. Inconscientemente soltó una risa nerviosa.

-Sea lo que sea lo que esperas, espero que no tarde mucho en aparecer.-Concluyó Máximo mientras lanzaba una piedrecita a las cataratas y esta desaparecía entre la incesante y estruendosa agua ante los ojos de la joven.

Yilice entrecerró los ojos. Por alguna razón había comenzado a sentirse intranquila.

¿Qué ella esperaba algo?¿Qué podía ser?

Dando vueltas a las palabras de Nívea, caía la noche mientras volvía a casa, una pequeña casa con jardín que había pertenecido a su abuelo antes de morir. Al intentar abrir la puerta notó que algo la bloqueaba. La entreabrió para asomarse. Un pequeño Deino estaba dándose mamporros contra la puerta. Solía pasar. Al olerla venir, algunos de los dragones más bebes se alegraban tanto que no podían evitar no ir a recibirla con mimos y rugiditos.

Yilice no solo era un miembro del alto mando, también había montado en la parte trasera de su casa una guardería para crías de dragones débiles. Era bastante usual que en las manadas de tipo dragón las crías con un nivel demasiado por debajo del normal o que podrían ser un lastre para los demás miembros fueran rechazados y dejados atrás. Yilice montó esa pequeña guardería para proteger a las crías de dragón hasta que alcanzaran el nivel óptimo para sobrevivir fuera, para poder darles un futuro, como hizo con su primer pokémon, Dratini, al encontrarlo moribundo y abandonado por su manada en una cueva de hielo. 

Serperior se acercó al Deino por detrás y lo cogió con su cola como si de una pluma se tratara. Lo apartó de la puerta e inclinó la cabeza ante Yilice, dándole la bienvenida, al tiempo que Espeon, Ninetales y Galvantula también corrían a saludarla. Yilice no podía evitar sonreír. -Serperior…-Suspiró al notar como su expresión cambiaba al percatarse de que ya no era el único allí. -Sueltalo, anda.-Le pidió señalando a Deino. Serperior la obedeció refunfuñando y bajándolo despacio. Éste corrió hacia Yilice y ella lo cogió en brazos acurrucándole dulcemente.-Hola, pequeñín… ¿Cómo estás?¿Has comido bien?-Luego prosiguió saludando a sus demás pokémon.

Tras cenar y tomar un baño, Yilice y sus pokémon contemplaban las estrellas recostados en el porche. Hacía calor y una muy agradable brisilla.-Gracias por ayudarme con los bebés, chicos, yo sola no podría haber conseguido esto.-Admitió. Tenía a Espeon en las piernas y lo acariciaba mientras ésta movía la cola hipnóticamente. –Me gustaría pasar más tiempo con todos.-Prosiguió.-Pero estoy muy ocupada con el trabajo…

Espeon se alzó a mirarla. Tenía unos ojos brillantes y preciosos, Yilice adoraba mirarla-¿Te gustaría ver a Glaceon, Espeon?-Preguntó.-Ahora que lo pienso hace mucho que no vemos a Bellatrix y a Dereck.-Al mencionarlos no pudo evitar acordarse de Taito, a quien no había visto y de quien no había sabido nada desde que se habían separado tras su victoria contra Ryu. No sabía cómo afrontar aquello, pero cuando pensaba en él su corazón se aceleraba.-<<Taito… Dijiste que volveríamos a vernos… Pero…>>-Yilice cerró los ojos. Estaba demasiado cansada de todo el día como para preocuparse por eso otra vez.-Chicos, ¿Nos vamos ya a dormir?

En ese momento, las orejas de Espeon se pusieron en punta y saltó disparada del regazo de Yilice. Ésta lo llamó alzando una mano hacia ella-¡¿--…Espeon?!¡Espeon!-Corrió detrás de ella aún a pesar de la confusión. Dragonair la siguió y Yilice al percatarse de ella se volteó a sus otros pokémon-¡Quedaos aquí!-Le venía bien ir acompañada por si había peligro, pero tampoco quería arriesgrase a exponerlos a todos por si algo iba mal.

Yilice y Dragonair siguieron a Espeon un par de calles. La noche era cerrada y no había apenas nadie por la calle. La joven tenía algo de miedo pero iba con Dragonair y eso la tranquilizaba lo suficiente como para no detenerse. De pronto Espeon se detuvo a lo lejos. Yilice no entendía lo que ocurría.-¡Espeon…!-Pero a medida que se acercaba, empezó a diferenciar una silueta junto a Espeon, más o menos de su mismo tamaño. Se trataba de un Umbreon, su color negro lo había hecho difícil de percibir hasta ese momento.
Yilice cogió aire tras la carrera mientras contemplaba apoyada en Dragonair a los dos pokémon hacerse arrumacos.-¿Un Umbreon…?-Entonces se le ocurrió.-<<Un momento, no será que…>>

-¿Yilice?-Preguntó una voz incrédula desde las sombras. Yilice retrocedió al no reconocerlo al momento.

-¿…Taito?-Preguntó asombrada al distinguirlo.

El chico sonrió.-Claro, ya me parecía raro que Umbreon saliera corriendo así. Seguramente había sentido el olor de Espeon, es increíble.

-Taito…Eres tú...-Confirmó ella como si no se lo creyera.

Taito abrió los brazos en señal de bienvenida.-...He vuelto, Yilice.-Anunció sonriendo.-Precisamente ahora… Iba a verte.-Confesó con los ojos iluminados.

Yilice aceptó emocionada la invitación de Taito y se abrazó a él de un salto, aunque no tardó en comenzar a reprocharle durante el abrazo.-¡Idiota!¡¿Dónde has estado todos estos años?!¡N-no hemos sabido nada de ti y..!

Taito la abrazó también.-Lo siento, lo siento mucho, de verdad… Tengo muchas cosas que contaros…